Sapientia est cognitio aeternorumla relación entre “verdad filosófica” y “verdad teológica” en el pensamiento bonaventuriano

  1. Rubio Hípola, Francisco Javier
Dirigida por:
  1. Manuel Lázaro Pulido Director
  2. Francisco Martínez Fresneda Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Murcia

Fecha de defensa: 23 de junio de 2021

Tribunal:
  1. Salvador Antuñano Alea Presidente/a
  2. Vicente Llamas Roig Secretario/a
  3. Antoni Bordoy Fernández Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

En esta tesis se aborda la cuestión del conocimiento y de su síntesis sapiencial en el pensamiento de San Buenaventura. El abordaje metodológico consiste en una lectura analítica y crítica de la obra teológica y filosófica del Seráfico en orden sincrónico para extraer después una serie de conclusiones -a modo de síntesis- que den respuesta a la problemática enunciada en el título del trabajo. La introducción y la conclusión responden al abordaje metodológico normal en este tipo de trabajos. Por lo tanto, una parte muy importante de la tesis serán las conclusiones -tanto las parciales que se extraen en las recapitulaciones parciales como en las mismas conclusiones finales-. En ellas se procurará ofrecer una mirada sintética del pensamiento bonaventuriano en diálogo: sea con cuestiones existenciales importantes para el hombre de hoy, sea con el problema de identidad que atraviesa hoy en día la universidad en Occidente. El objetivo del trabajo es el ofrecer una revisión de las lecturas reductivistas del Seráfico, que lo atrincheran en un bando anti-aristotélico o anti-filosófico, en un pretendido debate entre fe y razón o entre filosofía y teología. En este sentido buscamos descubrir un pensador abierto, dialogante, sintético en su mirada sapiencial del mundo, metafísico a la par de teólogo y místico, con un pensamiento en buena medida hermano del tomista o el escotista -hijos todos ellos de San Agustín, aunque cada uno con sus influencias muy personales-. Estas diferencias son, precisamente, las que enriquecen con un cariz intelectual y carismático a cada uno de estos herederos de la gran tradición del pensamiento cristiano. Para lograr este descubrimiento, nos proponemos partir de un análisis gnoseológico fundamental para identificar la estructura básica del pensamiento bonaventuriano que sostiene todo vínculo del ser humano con el mundo y con Dios. En ese análisis cabe destacar que la nota predominante y culminante es la mirada sapiencial que, desde Cristo (especialmente el crucificado) puede iluminar todo el mundo. Tal mirada, que es más celestial que terrenal, más amorosa que intelectiva, más divina que mundana, es el momento histórico en que se produce el casamiento definitivo del hombre con Dios y es, por lo tanto, la verdad definitiva, a la que todos los demás significados de “verdad” se reducen. En este sentido, Aristóteles y Platón (como Sócrates o Plotino) son buscadores de una verdad que no había aún llegado históricamente (y tal es su mérito y su límite). Del mismo modo, la labor del filósofo no puede entenderse como un itinerario independiente de esta manifestación del “Triplex Verbum”, en busca de una serie de verdades desancladas de la revelación y de la redención (y, por ende, del momento culminante de la historia de la humanidad en general y de cada ser humano en particular). Por el contrario, la filosofía es una forma de caminar los primeros pasos o de recorrer las primeras etapas del itinerario que asciende al Calvario o al Monte Alvernia, del mismo modo que la teología considerada en sentido estricto supone una continuación y un momento definitivo de ese caminar y en sentido amplio supone una mirada total -sintética, final, escatológica, celestial- de todo el camino de regreso del ser humano al abrazo definitivo con el Padre en Cristo. Los capítulos de la tercera parte serán un aterrizaje de todas estas ideas en algunas de sus conclusiones espirituales, antropológicas, estéticas, epistemológicas, etc. Somos conscientes de que quedan muchos frentes abiertos y muchos caminos por recorrer. El pensamiento bonaventuriano sigue y seguirá siendo muy fecundo para el pensamiento del ser humano de todos los tiempos y, de forma muy particular, para el pensamiento cristiano.