Los kudurru babilónicosfunción y simbolismo en su contexto histórico y cultural
- ARROYO CUADRA, SARA
- María del Mar Zarzalejos Prieto Director
- Antonio Pérez Largacha Co-director
Universidade de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia
Fecha de defensa: 24 de abril de 2018
- Juan Pablo Vita Presidente/a
- Inmaculada Vivas Sainz Secretario/a
- Betina I. Faist Vogal
Tipo: Tese
Resumo
1. Introducción: planteamiento y objetivos. El objeto de la presente tesis doctoral es el estudio y análisis de los kudurru babilónicos y de las circunstancias políticas, económicas y religiosas que motivaron su aparición y prolongaron su uso. Los kudurru constituyen estelas o tablillas de piedra que fueron inscritas con textos en acadio que describen una transacción respecto a unas tierras (donación, confirmación de privilegios, compra-ventas, exenciones de tasas, prebendas, etc.), generalmente por parte de un rey hacia un vasallo, transacción que estaba legitimada y protegida por las principales deidades del panteón mesopotámico, presentes tanto en la transacción como en el propio kudurru a través de sus emblemas divinos y de fórmulas imprecatorias contra cualquier posible transgresor, lo que les otorgaba también un carácter sagrado. TESIS DOCTORALES / BASE DE DATOS TESEO - CONSEJO DE COORDINACIÓN UNIVERSITARIA - Formulario Obligatorio El ámbito cronológico durante el cual los kudurru estuvieron en uso abarca desde el reinado de Kurigalzu I (ca. 1400-1374) hasta el gobierno de Šamaš-šuma-ukīn (667-648). Por tanto, los kudurrus vieron la luz durante el dominio de la Dinastía Casita sobre Babilonia (ca. 1595-1155), aunque su uso se prolongó a lo largo de la II Dinastía de Isin (1157-1026), la II Dinastía del País del Mar (1025-1005), la Dinastía de Bazi (1004-985), la Dinastía Elamita de Babilonia (984-979), y durante gran parte del período Neo-Babilónico (978-539). Por su parte, el ámbito geográfico de dispersión de los kudurrus babilónicos abarca las ciudades de Nínive, Nimrud, Aššur, Sarpol-e Zahāb, Bālad-Rud, Khan Beni-Sa’ad, Dūr-Kurigalzu, Ktesiphon, Sippar, Bagdad, Babilonia, Borsippa, Kiš, Nippur, Uruk, Larsa, Ur y Susa, es decir, todo el territorio de Babilonia, el sur de Asiria y la parte este de Elam, correspondientes a los actuales Iraq y parte de Irán. Dado que, tanto la iconografía como las inscripciones, son elementos constitutivos de los kudurru, este estudio se aborda desde una óptica interdisciplinar a través de la cual imágenes y textos se consideran como “dos caras de la misma moneda”, aportando cada uno de ellos información que no se superpone, sino que se complementa. En este sentido, a lo largo de esta investigación se subraya, sobre todo, la importancia de la iconografía al respecto, ya que ofrece la información necesaria para comprender realmente el papel de los kudurrus en la sociedad que los concibió. No obstante y gracias a los recientes estudios que han proporcionado la traducción de las inscripciones de los kudurrus (PAULUS, 2014), también se analiza la información que aportan las mismas, así como la que otras fuentes textuales y arqueológicas coetáneas y procedentes del mismo ámbito geográfico y los territorios de alrededor ofrecen, todo ello con el objetivo de contextualizar y explicar los motivos que suscitaron la aparición de estas estelas de piedra y su uso continuado, además de comprender el posible mensaje que pudiera transmitir su iconografía. La elección de esta temática responde a la escasez de estudios centrados en la iconografía de los kudurrus, pues, a grandes rasgos, sólo F.X. Steinmetzer (Die babylonischen Kudurru (Grenzsteine) als Urkundenform, 1922) y U. Seidl (Die babylonischen Kudurru-reliefs. Symbole mesopotamischer Gottheiten, 1989) se han dedicado exclusivamente a la materia. Además, el avance de los trabajos arqueológicos, la traducción de las fuentes existentes sobre la época y de los textos de los propios kudurrus, y las nuevas metodologías tendentes a la interdisciplinariedad hacen necesaria una revisión de estos materiales arqueológicos, tradicionalmente estudiados, sobre todo, desde una óptica filológica (SLANSKY, 2003; PAULUS, 2014). Por otro lado, una de las principales aportaciones de este trabajo es la realización de un catálogo donde se recogen fotografías, dibujos, información principal y comentario de cada uno de los ejemplares que componen el corpus de kudurrus, catálogo inexistente en la actualidad, dado que tales ejemplares se encuentran dispersos entre museos como el Musée du Louvre, British Museum, Vorderasiatische Museen zu Berlin, Iraq Museum, Metropolitan Museum of New York, etc., colecciones privadas como la de David Sofer y multitud de publicaciones dedicadas a la edición y análisis de un solo ejemplar. En este sentido, la aportación de dicho catálogo homogeneizado y actualizado se torna un instrumento de gran ayuda para los especialistas interesados en la época y la base para posteriores investigaciones. Por su parte, tanto el ámbito cronológico como el marco geográfico que delimitan este estudio responden a la propia cronología y dispersión de los kudurrus, pues, dado que integran un corpus bien definido, se ha decidido estudiarlos y analizarlos como tal, sin desmembrarlo, evitando así tener en consideración tan sólo los kudurrus datados en una o varias épocas, o aquellos descubiertos en una u otra provincia. Del mismo modo, también se han incluido en el estudio aquellos kudurrus que no se pueden datar por su texto y aquellos de los cuales se desconoce su procedencia, e incluso, algunos ejemplares cuyas inscripciones no se han conservado pero si su iconografía o viceversa, con el objetivo de elaborar un estudio completo del corpus. 2. Estudio de los textos. Del estudio pormenorizado del contenido de las inscripciones en su conjunto se desprenden llamativos resultados, cuya relevancia se torna esencial para comprender la función de los ejemplares del corpus cuando tales resultados se contextualizan. Uno de los datos más destacados es la necesidad de registrar, básicamente, dos tipos de transacciones en los kudurru: actos legales regios y actos legales privados. Entre los actos legales regios se incluyen donaciones de tierras, confirmaciones de las mismas, exenciones de tasas y donaciones de prebendas por parte del rey hacia aquellas personas que podían “aliarse” políticamente con él, sobre todo personal de los templos y los principales oficiales del palacio -algunos de ellos, soldados victoriosos de algunas batallas-: al otorgarles tierras o privilegios se establecía una especie de “relación de vasallaje” que suponía beneficios económicos para el siervo a cambio de su fidelidad hacia el rey. De ahí que fueran este tipo de acciones regias las primeras en registrarse en un soporte de piedra con el objetivo de perpetuar las estipulaciones de tal “relación de vasallaje”, ya que se traducía en estabilidad política para el rey: al estar dividido el territorio babilónico en provincias a cargo de gobernadores provinciales tendentes a levantarse contra el rey si éste mostraba signos de debilidad, era muy útil tener vasallos fieles -así lo establecía el texto inscrito eternamente en la piedra de los kudurru- que se enfrentaran a tales gobernadores provinciales. De hecho, personas con este tipo de cargos suelen ser las más frecuentes entre los posibles transgresores de lo estipulado en el texto o del propio kudurru: a veces, incluso los futuros gobernantes se encuentran entre ellos, fruto del interés por parte del gobernante del momento en prolongar eternamente dicha relación con sus vasallos. Por ello, en algunas ocasiones las tierras que se otorgaban estaban situadas en un emplazamiento geográfico estratégico, cerca o incluso formando parte de un territorio políticamente inestable (tierras contiguas a Asiria o Elam). Por otro lado, uno de los datos que apoyaría la existencia de tales “relaciones de vasallaje” que controlaban el poder de la administración provincial es el tamaño de las parcelas que el rey les otorgaba, muy superior a lo que una familia necesitaba para subsistir, lo que seguramente indique que se les otorgaba un poblado con las tierras de alrededor, elementos ambos que el nuevo propietario pasaba a administrar, de modo que sus funciones no sólo se limitaban al cultivo de las tierras, a lo que se unía su destacado cargo en la corte del rey. Es necesario resaltar que, si el beneficiario de la transacción era un miembro del clero, la parcela de tierras otorgada era, generalmente, de mayor tamaño que si se donaba a oficiales del rey; esto, junto con el hecho de que siempre fueron más frecuentes las transacciones cuyo beneficiario era un miembro del clero, habla de un sistema de patronazgo regio de los templos. No obstante, con el paso del tiempo el tamaño de las parcelas otorgadas fue disminuyendo, posiblemente como fruto de una menor disponibilidad de tierras a causa de dos hechos diferenciados: las donaciones de tierras anteriores, que habrían dejado escasas tierras libres que otorgar; y la creciente debilidad de la monarquía, incapaz de ampliar sus dominios y, consecuentemente, de conseguir más tierras que poder otorgar. Aun así, cuando el tamaño de las donaciones empezó a disminuir, si el beneficiario era un miembro del clero, las dimensiones de las mismas seguían siendo de mayor tamaño que cuando iban dirigidas a un beneficiario laico. A juzgar por la importancia y elevado número de los testigos presentes, estos actos legales regios tuvieron que constituir un evento relevante. La única información que las inscripciones de los propios kudurru ofrecen al respecto es que, al menos en las ocasiones explicadas detalladamente en los apartados precedentes, tales eventos tenían lugar en el curso de celebraciones religiosas, como podía ser la reinauguración de un templo tras su reconstrucción, el festival akītu dados los kudurru datados en el mes de nisannu, o la celebración de un ritual mīs pî. Es cierto que, teniendo en cuenta el número total de ejemplares conservados, no son muy TESIS DOCTORALES / BASE DE DATOS TESEO - CONSEJO DE COORDINACIÓN UNIVERSITARIA - Formulario Obligatorio frecuentes las alusiones a este tipo de celebraciones religiosas en los kudurru, aunque es necesario resaltar dos cuestiones: el estado fragmentario de gran cantidad de ejemplares que podrían haber ofrecido más información al respecto; la coincidencia en que los beneficiarios de los kudurru que aportan este tipo de información sobre las prácticas religiosas del momento fueron miembros del clero. Así, lo más posible es que, sobre todo cuando el rey otorgaba tierras o privilegios a los templos, este acto de donación tuviera lugar en el transcurso de alguna celebración religiosa, que, según los ejemplares más tardíos, se llevaría a cabo en los propios templos, ante las divinidades, otorgando al acto legal de donación (de tierras o privilegios) un claro matiz ceremonial, y convirtiendo al kudurru en sí en un objeto casi sagrado, digno de poseer un nombre propio. Tales actos, como se explicará en capítulos posteriores, pudieron beber de la tradición paleobabilónica anterior, cuando se realizaban juramentos en alusión a determinados actos legales ante imágenes de culto en las puertas de los templos, acto que se modificó y amoldó a las necesidades del momento a partir de época casita. Respecto a los actos legales privados, estaban constituidos principalmente por compra-ventas de tierras entre particulares en las que no solía estar involucrado el rey -en ocasiones, alguno de los gobernadores provinciales-. Los beneficiarios de este tipo de transacciones suelen ser personas de las que, generalmente, se desconoce su cargo, por lo que es posible que realmente no lo ostentaran. El hecho de que el rey no estuviera envuelto en este tipo de actos, junto con la presencia de testigos mucho menos numerosos, habla de la celebración de un acto con una importancia claramente menor que cuando se trataba de una donación regia, lo que apoyaría la hipótesis de que el beneficiario pudiera ser también una persona de menor relevancia. Este tipo de transacciones comenzaron a tener lugar con la Dinastía de Isin II, y, a partir de entonces, fueron cada vez más frecuentes, fruto de la creciente debilidad de la monarquía. Probablemente, con anterioridad a la creación de kudurru se llevaban a cabo transacciones similares, aunque se registrarían en tablillas de arcilla, que se podían destruir fácilmente, hecho que se puede observar en la sección de posibles transgresiones de ejemplares tan tempranos como los de época de Kurigalzu (“… si x rompe la tablilla, o tira la tablilla al agua…”), tras lo que tales transgresiones fueron dirigidas sobre todo hacia los kudurru y kudurru. El resto de posibles agresiones habla también de cuáles serían las circunstancias más usuales en torno a este tipo de transacciones: protestar al creer que las parcelas no se habían entregado, no respetar los límites de las mismas, elevar reclamaciones ante cualquier disputa por las tierras, etc., situaciones que posiblemente tuvieron lugar antes de la existencia de kudurru y que motivaron su aparición. Una vez que todo esto se estipuló y registró eternamente en los mismos, las posibles transgresiones se destinaron también a ellos: todo parece indicar que se intentaban romper, se tiraban a los ríos, se escondían donde no se pudieran ver, se intentaba cambiar lo que estaba inscrito en ellos, etc. Y todo ello a pesar de la variedad de castigos divinos que podían recaer sobre ellos, pues lo más frecuente es que se enviara a otra persona (“un necio, un tonto, un ciego”, etc.) para que perpetrara la agresión, algo que estaba igualmente condenado. Conforme las compra-ventas de carácter privado fueron aumentando en detrimento de las donaciones regias de tierras, los kudurru con sección de fórmulas imprecatorias fueron también disminuyendo, ya que éstas sólo se incluyen en aquellos que describen donaciones regias, mientras que en los que describen compra-ventas entre particulares sólo había consecuencias fiscales -y no castigos de las principales divinidades- ante una posible transgresión. En definitiva, el análisis de todos los pasajes aportados en este capítulo ofrece importante información sobre cuál era la auténtica función de los kudurru: eran la materialización de un acto legal en el que se establecía una alianza entre el rey que otorgaba tierras y/o privilegios y su vasallo, que le debía, a partir de entonces, una fidelidad eterna, acto que podía adquirir en determinadas ocasiones un matiz ceremonial, lo que convertía al kudurru en un objeto casi sagrado que se depositaba ante las divinidades, bajo cuya sanción quedaba protegido todo el proceso. TESIS DOCTORALES / BASE DE DATOS TESEO - CONSEJO DE COORDINACIÓN UNIVERSITARIA - Formulario Obligatorio 3. Estudio de la iconografía. La iconografía de los kudurru muestra aquellos emblemas divinos que eran considerados como una imagen de culto de la divinidad a la que representaban, emblemas que realmente estaban dispuestos sobre pedestales en el templo o sus inmediaciones, en el pórtico exterior del templo, en alguna instalación cultual exterior a los templos consagrada a alguna divinidad concreta, etc., y acompañados por sus atributos (animales o seres híbridos, generalmente). Estos emblemas divinos eran objetos de devoción cuya función no era únicamente religiosa, sino que su presencia también fue necesaria en eventos políticos, en transacciones legales, etc., con el objetivo de legitimar divinamente el acto que presenciaban al tiempo que proteger los frutos derivados de ese acto, como podían ser, en el caso de transacciones legales, el contrato resultante tras la celebración del acto frente a los dioses. Del mismo modo, los kudurru cuentan con representaciones antropomorfas, tanto de divinidades como de gobernantes, princesas, siervos y músicos guerreros. Toda esta variedad de motivos iconográficos, que, a priori, podría parecer abstracta, parece mostrar prácticas religiosas que realmente tenían lugar en el territorio babilónico de aquel momento. Todas y cada una de las representaciones, ya sean divinas o no, están vinculadas con celebraciones religiosas, tales como procesiones, festivales Akītu o la construcción de templos, eventos que, casualmente, también aparecen descritos en los textos de los propios kudurru, como se explicará detalladamente en el apartado 5.2. Contenido religioso que, junto con el evidente contenido legal, incluyen los textos de los kudurru. 4. Conclusiones: conexiones entre texto e imagen. A lo largo de la presente tesis doctoral, se han intentado hallar los vínculos que pudieran existir entre los textos y la iconografía con los que están inscritos los kudurru, entendiéndolos como “dos caras de la misma moneda”. Los resultados de comparar texto e imagen son los siguientes: los emblemas divinos no coinciden con las divinidades invocadas, ni en número ni en orden; el número de los emblemas divinos no depende tampoco del número de testigos, ni del tamaño de la tierra, el tamaño de la piedra, el tipo de piedra o el número de transgresores o transgresiones; y el tipo de símbolo no está vinculado con el tipo de transgresiones, de transgresores, de beneficiario, de testigos o con la forma de la piedra. Tras observar que no parecía haber relación alguna entre texto e imagen, se procedió a analizar de manera más detenida la información que nos transmiten únicamente los textos, tras lo que se observó lo siguiente: el tipo de beneficiario está relacionado con el tipo de transacción que describía la piedra, con el tipo de testigos y con el tipo de posibles transgresores. Con estos resultados, se procedió a comparar el tipo de transacción, de beneficiario, la forma de la piedra y la presencia o no de símbolos, llegándose a la siguiente conclusión: los kudurrus que describen donaciones de tierras por parte del rey eran otorgados a importantes funcionarios del templo y/o del palacio, estaban decorados con símbolos y escenas figurativas, y, generalmente, tienen forma de estela; los kudurrus que hablan de una compra-venta protagonizada por importantes funcionarios, también se encuentran decorados, pero sólo con símbolos y no con “escenas de donación de tierras”, ya que el rey no suele ser nombrado en las compra-ventas; cuando la compra-venta era entre particulares cuyas dedicaciones se desconocen, la transacción está inscrita en una tablilla de piedra sin símbolos ni escenas. A su vez, el tamaño del kudurru parece estar ligado al tamaño de las tierras objeto de la transacción. Finalmente, no podemos obviar los ejemplos en los que el texto nombra algunos de los TESIS DOCTORALES / BASE DE DATOS TESEO - CONSEJO DE COORDINACIÓN UNIVERSITARIA - Formulario Obligatorio elementos representados iconográficamente, como el incensario, el ziggurat, etc. Por tanto, en el caso de los kudurrus, texto e imagen se complementan y no se superponen, ofreciendo cada uno un mensaje paralelo sobre las circunstancias que motivaron en cada caso la creación del kudurru. De igual modo, los kudurrus casitas y postcasitas constituyen un objeto de innegable valor para el conocimiento de la sociedad, la política y las prácticas religiosas del momento. Los textos y los relieves que los decoran apuntan que eran objetos realmente preciados, tanto como para tener, en algunas ocasiones, nombre propio, además de ser objetos que casi siempre estaban destinados a los funcionarios más importantes del templo o del palacio. Y el elemento que les otorgaba un valor añadido fue, sin duda, la iconografía, que los diferencia de los textos legales más usuales, generalmente tablillas de arcilla sin ningún tipo de decoración. Algunos kudurrus confirman que las transacciones que describen respecto a las tierras (generalmente cuando el rey estaba involucrado y el beneficiario era personal del templo) estuvieron vinculadas a alguna celebración de tipo religioso durante la cual tendría lugar el acto de entrega de tierras y del kudurru. Tales celebraciones, a juzgar por la datación de algunos ejemplares, pudieron formar parte del akītu o Festival del año nuevo que tenía lugar durante el mes de nisannu; o bien, pudieron estar relacionadas con la reconstrucción de algunos lugares de culto, en cuya reinauguración se pudo proceder al acto de donación de tierras. En ambos casos, tales celebraciones incluyen actos o ritos como procesiones, purificaciones, instalación de imágenes de culto en el templo, donación de ofrendas, etc., que pudieron servir de trasfondo a las donaciones, confirmaciones, compra-venta, etc. de tierras que describen los kudurrus. A modo de “fotografía” del momento, la iconografía de los kudurrus parece estar mostrando los diferentes actos que tenían lugar cuando se llevaba a cabo la transacción: siguiendo la tradición paleobabilónica, es plausible que, inicialmente, se realizara la transacción en la propia tierra, hacia donde desplazaban los emblemas divinos sobre sus pedestales, pudiendo ser tal “procesión” lo que representan los kudurrus en los que se representa una secuencia de emblemas divinos; con el paso del tiempo, la figura del rey fue adquiriendo relevancia, y la propia escena de donación de tierras comenzó a ser representada, siendo el rey el protagonista como donante de las tierras ante su vasallo y las divinidades, presentes ahora en lo que parece un segundo plano, pero otorgando a las escenas un matiz religioso en todo caso; en otras ocasiones, el beneficiario otorgaba ofrendas a la divinidad para, como ser dotado de vida, mantenerla viva de algún modo y que así pudiera proteger la transacción y el monumento en el que ésta se hallaba inscrita. Así, cada uno de los kudurrus estaría mostrando los diferentes pasos del proceso de transmisión de tierras, un proceso digno de ser presenciado por las principales divinidades babilónicas, el propio rey, numerosos e importantes testigos y un beneficiario de gran relevancia. Este proceso quedó registrado para toda la eternidad en unos monumentos de piedra que se dispusieron en los templos, ante los dioses, monumentos que, aunque no divinos, se pueden considerar sagrados, sirviendo también como una herramienta de propaganda política a través de la cual los gobernantes quisieron controlar sus territorios y proyectar una imagen de poder y respeto.