Más allá del sufragismolas mujeres cubanas en la construcción del estado democrático, 1933-1959
- Consuelo Naranjo Orovio Director/a
Universidad de defensa: Universidad de Castilla-La Mancha
Fecha de defensa: 20 de octubre de 2017
- María Dolores González-Ripoll Navarro Presidente/a
- Pilar Domínguez Prats Secretario/a
- José F. Buscaglia Salgado Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
Las feministas y el feminismo, señala Amelia Valcárcel, fueron las hijas no queridas de un movimiento ilustrado que marcó un antes y un después en la lucha por los derechos individuales y la oleada de demandas sociales en las décadas posteriores. Las revoluciones francesa y norteamericana presentaron la libertad, la igualdad y la fraternidad como derechos naturales de toda la humanidad. Sin embargo, a lo largo del siglo XIX, los movimientos anticoloniales, obreros, antiesclavistas y feministas desarrollaron una línea de pensamiento crítico contra este tipo de concepciones pretendidamente universalistas. Sus contradiscursos criticaban que, en la práctica, la ilustración y el liberalismo perpetuaban un orden social articulado sobre parámetros europeos, burgueses, blancos y androcéntricos. Los procesos independentistas en Latinoamérica alumbraron el surgimiento de nuevos Estados nacionales sobre la base de estructuras administrativas, códigos legislativos y el legado cultural hispánico. Sin embargo, uno de los denominadores comunes de las nuevas repúblicas fue la prohibición de la trata y, en teoría, del sistema de producción esclavista. De esta forma, la mayoría de personas negras y mulatas pasaron a engrosar el colectivo de los libertos y, más tarde, de ciudadanos de pleno derecho, aunque las prácticas segregacionistas y racistas contra estos colectivos continuaron produciéndose. Por su parte, las constituciones liberales perpetuaron el estatus jurídico subordinado de las mujeres respecto a los hombres, independientemente de su raza o clase. Si bien podían regentar negocios o propiedades, se impedía que las mujeres pudieran participar, bien como electoras o representantes, de los órganos e instituciones políticas. Como en el resto de países europeos y americanos, la presencia política de las mujeres se reducía a algunas asociaciones, gremios y sindicatos surgidos en el ámbito laboral por el aumento del empleo femenino asalariado en las ciudades, pero dentro de los cuales apenas tenían influencia o capacidad de decisión. Algunas intelectuales latinoamericanas comenzaron a criticar abiertamente la injusticia que a diferentes niveles padecían las mujeres. Por un lado, denunciaban que se les impidiese participar en los mecanismos de elección política, acceder a la educación superior, obtener por decisión marital un empleo asalariado o no poder iniciar un proceso de divorcio. Por otro, comenzaban a cuestionar los argumentos biológicos y culturales que justificaban la aplicación de esas medidas y hacían posible el mantenimiento de determinadas prácticas que atentaban contra la dignidad, la integridad física y las aspiraciones de realización de las mujeres. Estos primeros debates llevaron a justificar la necesidad de reformar y ampliar los marcos jurídicos vigentes, comenzando por la universalización del sufragio. De esta forma, un creciente número de voces aisladas fueron dando forma a los primeros movimientos sufragistas en el continente, contagiadas por los impulsos provenientes de América y Europa. La historiografía sobre la historia de la República de Cuba desde una perspectiva de género, como se verá más en detalle, se ha focalizado preferentemente bien en el estudio del movimiento sufragista y feminista, bien en la biografía de mujeres destacadas en los proceso insurreccionales contra las dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio Batista. Por lo tanto, se conoce bien cómo se consolidó el movimiento sufragista por medio de las primeras asociaciones y federaciones de mujeres desde 1912, la aprobación de las leyes del divorcio y la patria potestad, los debates mantenidos durante los dos primeros congresos nacionales de mujeres en 1923 y 1925, la radicalización del movimiento feminista bajo la dictadura de Gerardo Machado entre 1928 y 1933 y la aprobación del sufragio femenino en 1934 bajo el gobierno revolucionario presidido por Ramón Grau de San Martín. Asimismo, existen biografías y testimonios de destacadas activistas en este campo, como Elena Mederos u Ofelia Rodríguez, pero también de líderes revolucionarias como Vilma Espín, Celia Sánchez o Haydée de Santamaría. En este sentido, la historiografía sobre la “historia de las mujeres”, al igual que la historiografía general sobre la República de Cuba, se ha centrado menos en el periodo que media entre la caída de la dictadura de Gerardo Machado en 1933 y el golpe de Estado de Fulgencio Batista en 1952. El proceso revolucionario de los años treinta, coartado por la intervención diplomática de los EEUU, condujo sin embargo hacia un periodo de asambleas deliberativas y constituyentes que precedieron a la ratificación de un texto constitucional donde se condensaron buena parte de las demandas de reformas sociales, económicas y laborales formuladas por grupos revolucionarios, sindicatos y asociaciones. Por tanto, el nuevo marco jurídico instauró un régimen de derechos, deberes y libertades que dotaba a las instituciones cubanas de los mecanismos necesarios para transitar hacia un sistema socialdemócrata caracterizado por la separación de poderes, la diversificación económica, la inversión en políticas sociales y la cohesión de la ciudadanía. El incumplimiento o insatisfacción de las expectativas depositadas sobre el desarrollo de las reformas anunciadas y la corrupción de los partidos políticos generaron un estado de insatisfacción política y desafección institucional. El surgimiento del Partido Ortodoxo en 1948, crítico con esta situación, y el golpe de Estado en 1952, fueron las respuestas institucional y militar al intento de reimplantar el rumbo constitucional y democrático. Sin embargo, el suicidio del líder ortodoxo, Eduardo Chibás, la ilegitimidad del régimen castrense y las acciones represivas que Batista puso en práctica para acallar a los grupos opositores dieron paso a un conflicto cívico-militar que condujo a su derrocamiento el 1 de enero de 1959. La elección del tema de investigación obedece a un interés académico que busca responder tanto a la carencia de estudios específicos sobre la historia de las mujeres y las relaciones de género en ese periodo, como a la coyuntura histórica que atraviesa Cuba en los últimos años. Más allá del sufragismo: las mujeres cubanas en la construcción del estado democrático, 1933-1959 analiza hasta qué punto el sistema democrático mejoró las condiciones de vida de las mujeres, favoreciendo así su crecimiento personal, profesional y político, y si las mujeres, a su vez, contribuyeron a optimizar la calidad democrática del país, ya fuera contribuyendo para sentar las bases del primer estado del bienestar, ya trabajando para desarrollar las potencialidades del nuevo marco jurídico, o bien movilizándose para reinstaurarlo cuando fue abolido.