Objetivos, competencias y hábitosuna propuesta en torno a los fines de la acción educativa desde la antropología de Leonardo Polo
- José María Barrio Maestre Director/a
- Consuelo Martínez Priego Director/a
Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid
Fecha de defensa: 25 de marzo de 2015
- David Reyero Presidente/a
- Mónica Fontana Abad Secretario/a
- Josu Ahedo Ruiz Vocal
- Juan José Javaloyes Soto Vocal
- Juan García Gutiérrez Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
La sociedad actual necesita personas íntegras desarrolladas en todas sus dimensiones: personas capaces de afrontar los retos que se plantean. Con frecuencia observamos que la educación no siempre ha sido capaz de dar respuesta a estas necesidades. Por ellos nos planteamos si la realidad educativa persigue algún tipo de fin. En caso afirmativo, ¿cuál o cuáles son estos fines? Dada la actual crisis, ¿estos fines son adecuados? Qué se entiende por educación y qué idea de ser humano se tiene para llevarla a cabo son dos cuestiones fundamentales que han de tenerse en cuenta en toda práctica educativa. Esto es fundamental: en función de la concepción de hombre que se sostenga, se educará de una forma o de otra y, por tanto, habrá unos fines u otros que orienten la acción educativa. Reflexionar si ese sentido que se le da y los fines que la gobiernan son los adecuados también es clave.Tras estudiar qué ideas de ser humano ha habido a lo largo de la historia, y qué fines se han establecido en la educación de los mismos, se recogen aquellos planteamientos fundamentales sobre fines educativos que encontramos en la educación actualmente. Se habla de cómo la educación basada en objetivos da paso a la actual fundamentada en el desarrollo competencial. Además se ve otro paradigma educativo que propone una educación basada en hábitos. Se piensa que una educación basada sólo en objetivos, competencias o hábitos es insuficiente, pues estos no abarcan todas las dimensiones susceptibles de educación de la persona humana. Si se concibe al hombre desde su dimensión meramente natural, el hábito sería el modo más completo de crecimiento del hombre. Sin embargo, se entiende que el ser humano es más que su naturaleza ya que lo típicamente humano es su ser personal. En definitiva, la concepción de Leonardo Polo en torno a la persona completa y da un marco más amplio a todos los planteamientos anteriores sobre la educación y sus fines. Esta distinción permite la consideración de la persona como un además: un ser no terminado y siempre creciente: radicalmente abierto al crecimiento o a la frustración del mismo. En el ser personal se distinguen cuatro trascendentales personales que son la intimidad, personal, la libertad trascendental, el conocer personal y el amar/aceptar personal. En último término, la persona no puede concebirse sino como un ser donal: está diseñado para darse y hacerse con los demás. Ese carácter de donación de la persona cobra un sentido en la medida en que ésta acepta su origen y su encargo o tarea. Ahí la educación tiene la tarea de ayudar a aceptar el carácter filial del educando. La educación es pertinente en la medida en que proponga acciones concretas de desarrollo de la intimidad personal, la libertad personal, el conocer personal, y el amar personal. Además de trabajar los hábitos intelectuales y las virtudes morales, concretadas en competencias y objetivos, habrá que incidir sobre estos trascendentales personales. La propia labor del maestro debería estar orientada al crecimiento de los mismos. Así se desarrollará una teoría educativa realmente completa, pues tendrá en cuenta todas y cada una de las dimensiones humanas.